No se trata de ser
negativo. Se trata de que evitemos seguir por el camino del negacionismo, de la
apatía y del bullying ambiental al que nos hemos adentrado porque no ha habido
el suficiente coraje ni la conciencia para detener la forma con que seguimos tratando
los recursos naturales que aún tenemos dispuestos para nuestra supervivencia. Y
es que, a pesar de todas las pruebas que a diario se presentan, existen muchos
intereses económicos que predominan y prefieren entorpecer procesos, acallar
voces y/o colocarse vendas en los ojos para así impedir frenar las irracionales
consecuencias que un consumismo desbordado está provocando.
No se trata de causar terror, ni mucho menos entrar en un mundo sin
esperanzas. Se trata de que despertemos nuestras conciencias y empecemos a
actuar antes de que entremos en un inevitable punto de inflexión en el que ya
sea poco lo que se pueda hacer o que sea demasiado lo que haya que realizar.
Uno de los recursos que creíamos en abundancia, empieza a mostrar los
dolores propios de una enfermedad causada por la indolencia y por el abuso que
el ser humano le ha provocado. Este recurso es vital porque de él depende
nuestra supervivencia sin importar el lugar en donde nos encontremos, sin
importar el credo o la ideología que se maneje, sin que tenga en cuenta la
raza, edad o género. Se hace referencia al recurso hídrico dentro del cual el
agua dulce solo representa una pequeña fracción, pero inmensa en su utilidad.
No se trata de hacer ver los problemas. Se trata de que entendamos que
hay mucho que hacer y que es extremadamente urgente y obligatorio que se actúe
de manera responsable, sostenible y precisa, porque de ello dependerá que
nosotros, o nuestros descendientes, continuemos teniendo el privilegio de
vivir.
Para nadie es un secreto que hay muchos países que no cuentan con
abundancia de este recurso vital. Colombia, es uno de los casos aparte en esta
situación. Tenemos el privilegio de contar con una gran cantidad de este
recurso, con una oferta hídrica que es envidiada hasta por países
desarrollados. "Colombia es uno de los países más privilegiados del mundo
en oferta hídrica, pues posee seis nevados, 36 páramos, cinco vertientes
hidrográficas, 30 grandes ríos, 1277 lagunas y más de 1000 ciénagas"
(Informe Planeta vivo 2018 de WWF; Informe Colombia viva 2017, de WWF).
A pesar de esto, la mala gestión, una devastadora falta de
concientización y una naturaleza humana egoísta, se han conjugado para colocar
el recurso hídrico colombiano en un declive en su sostenibilidad poniendo en
riesgo no solo a muchas comunidades sino a la supervivencia de cualquier ser
vivo que se encuentre en los límites de este privilegiado, pero golpeado país.
No se puede desconocer que son las actividades antrópicas las que le han
ocasionado ese daño al agua, de tal forma que el dolor con que lentamente
transita por sus senderos, se haga visible ante los ojos tanto de los ciegos de
corazón como de los que se han quitado las vendas de un ilusionismo propio de
magos que han querido vender la idea de que el agua es un recurso inagotable
capaz de resistir cualquier acción irracional por parte del ser racional que
habita en nuestro territorio. No se puede negar que, en Colombia, como en el
resto del mundo, también las malas prácticas en la agricultura y en la ganadería
ocupan un triste lugar de importancia en el daño a este recurso, que la
contaminación crece a pasos agigantados, que el ser humano no ha puesto límites
en su accionar de deforestaciones, sobreexplotación pesquera, caza ilegal,
quemas desbordadas y otro sin número de acciones que vuelven al hombre un tonto
irracional con acciones autoinflingidas que ponen en peligro su propia vida.
No se trata de seguir siendo seres inanimados. Se trata de que
conozcamos lo que hay, lo que se ha hecho y lo que se puede hacer. Es claro que
cualquier presión hecha a los ecosistemas va a involucrar un factor económico
inherente y que contribuye o retarda el desarrollo de un país ávido de
políticas ambientales que sean puestas en práctica para que se puedan empezar a
paliar los daños que le hemos ocasionado a nuestro recurso hídrico.
En esos mismos informes anotados en la cita anterior, es posible
reafirmar que las cinco áreas hidrográficas de Colombia son las que captan esta
preciada agua dulce, y lo hace a través de los páramos, ríos, lagunas,
humedales, ciénagas, entre otros cuerpos de agua. Sin embargo, ¿alguno de estos
maravillosos cuerpos hídricos está lejos de ser atacado por las actividades
negativas del hombre?
No se trata de ser repetitivos. Se trata de no ocultar realidades porque
eso sería grave para la sostenibilidad no solo del planeta Tierra sino de los
seres vivos que en él habitan.
Es posible saber entonces que: El Amazonas es el cuerpo de agua que
presenta la mayor oferta (728.247 m3, equivalente al 36% de la oferta del país)
y la menor oferta la tiene la Región Caribe con tan solo el 9.9%. El 26% del
territorio colombiano (30 millones de Has) son humedales. Los páramos producen
el 70% del agua que se consume. Las hidroeléctricas generan el 70% de la
electricidad. En 2016 se consumieron 37308 millones de m3 de agua (a este
ritmo, en menos de 40 años, habría crisis de agua en Colombia y cada colombiano
dispondría de solo 1000 m3 para usar ¿grave cierto?
Y la anterior información no sale de la nada. Se debe reconocer que se
han hecho estudios que han evaluado nuestros ecosistemas y de nuestra
biodiversidad. Lo que tampoco se deben dejar de reconocer son los resultados:
existe una verdadera crisis debido a que ya la naturaleza tiene serios indicios
de que no puede proveernos, ni con la misma rapidez ni con la misma cantidad,
de los recursos naturales que una vez creímos inagotables o con poderes de
inmortalidad.
No se trata de mostrar solo la naturaleza complicada y egoísta del
hombre. Se trata de mostrar que el hombre también está dotado de una
racionalidad que le permitiría establecer acciones que permitan mitigar los
impactos negativos. Una racionalidad que le facilite no solo interpretar
resultados de herramientas investigativas sino de usarlos para buscar
soluciones y tomar decisiones de conservación. Herramientas como la propuesta
por la Universidad de Maryland y la WWF para hacer un diagnóstico del estado de
ríos y cuencas hidrográficas. Son este tipo de herramientas las que se deben
replicar en cada cuenca hidrográfica porque en las que ya se han aplicado en Colombia
(cuenca del Orinoco y cuencas del Río Mira y Mataje) han presentado resultados
de estado de salud bastante preocupantes.
No se trata de presentar solo las contrariedades. Se trata de mostrar
una realidad que permita despertarnos de la desidia en materia ambiental, de
tal forma que cada uno de los colombianos nos convirtamos en un guardián de los
ecosistemas hídricos. Recordemos que más de la mitad de los humedales en el
mundo se han perdido; el 70% del agua dulce mundial se destina al uso
inapropiado en la agricultura; 56 especies de peces están en peligro de
extinción; el cambio climático afecta la biodiversidad hídrica. ¿Acaso debemos
esperar más tiempo para actuar?
Referencias
El
Espectador (diciembre 15 de 2019). Encuentro
por el Agua. Cuencas Hidrográficas, redes de vida.
Autor: Omar
Karim Medina Chadid
Ingeniero Agrícola
Máster en Gestión y Auditorías Ambientales
Especializado en Ingeniería y Tecnología Ambiental
Sincelejo,
16 de diciembre de 2019
“¡Veamos la vida con los ojos renovados, oigamos lo
que nos está diciendo el planeta con los ojos limpios y sintamos la naturaleza,
el medio y el ambiente con nuestro corazón y plenamente concientizados en que
debemos actuar proactivamente en favor de la protección de los recursos
naturales! ¡Solo así podremos disfrutar de la renovación y del Desarrollo
Sostenible!”
2 comentarios:
Es un sabio artículo que habla de la realidad de las fuentes hídricas y a la vez un llamado a que tomemos conciencia y mejoremos nuestras prácticas desde la casa hasta los negocios más rentables q el hombre hace con la fuente hídrica. Los adultos necesitamos despertar y hacer entender ea lastraves de las instituciones educativas a los niños sobre cómo aportar un grano de arena a la conservación no solo del agua sino de los recursos naturales, para que puedan disfrutar de una Colombia libre de contaminación y llena de flora y fauna lo que nos hace diferente y envidiables por países desarrollados.
Hi
Publicar un comentario